30 octubre 2017

SILENCIO

De pronto, el silencio entró a la habitación y no quedó más que la luz tenue que entraba sin permiso por la ventana, aquella, una ventana tan grande que el marco descansaba en el suelo y terminaba en el cielo falso.

Allí de pie, se dibujaba la figura de quien esa noche suponía ser mi compañía; desde la cama podía observar que en su rostro había melancolía y algo de dolor; no pude evitar sentirme incómodo y pensar que yo era la causa de su mirada vacía.

Pero no podía preguntarle; estaba allí sentado con las sábanas cubriendo mis piernas y observando la escultura que a contra luz formaba su cuerpo despojado de ropas; observar sus hombros y deslizar mis ojos hasta llegar a sus caderas para detenerme y recordar el momento cuando fueron presa de mis manos, continuar bajando hasta sus pies en la medida en que mi memoria representaba con entrecortadas escenas cada sensación al rose de su piel.

Volteó su rostro, la luz permitió ver el perfil de sus labios, los pude recordar besando los míos y bajar por todo mi cuerpo despertando lujurias y encaminando cada sentido hacia el placer.

Tomó sus ropas y sin mirarme se dirigió al tocador...

Todo fue un silencio que se vio interrumpido cinco minutos mas tarde por la puerta que cerró al salir de la habitación sin mediar palabra.